
Mobbing laboral, acoso laboral o acoso en el trabajo son varios nombres para identificar una misma conducta que la mayor parte de las veces no es fácil de probar. Las estadísticas nos dicen que lo sufre uno de cada diez trabajadores. Lo sufren por igual mujeres y hombres.
El acoso en el trabajo ocurre cuando un jefe, valiéndose de una relación de superioridad, realiza contra un subordinado actos humillantes, degradantes u hostiles que supongan aislamiento y menosprecio reiterado, es decir, violencia psicológica injustificada.
Todas las acciones contra el empleado se llevan a cabo de forma consciente y premeditada para conseguir intimidarlo, amedrentarlo y así lograr que deje de ir a su puesto y abandone su trabajo.
El Código Penal castiga el acoso laboral con penas de entre seis meses y dos años de cárcel. La principal dificultad es probar el mobbing.
Dejar sin funciones a un empleado es una de las acciones más frecuentes , también encargarle tareas intrascendentes, muy por debajo de su cualificación y del puesto para el que están contratados.
Para que los tribunales lo consideren acoso deben darse varios factores:
A veces probar todo esto no es fácil porque el acoso se lleva casi siempre a cabo sin testigos. Pero los problemas iniciales que tienen que ver con la disminución de la propia autoestima, a la larga dejan paso a una situación de estrés postraumático que si es diagnosticable clínicamente.
No solo tiene efectos en el ámbito laboral, sino también en el familiar y en el social ya que la presión a que se somete a la persona en el trabajo provoca un grave impacto sobre la salud de la victima.
Aunque cueste trabajo hay que hacerle frente, es la única posibilidad de curar el estrés, con ayuda profesional y obtener justicia acudiendo a los Tribunales.