
Comer o cenar en familia es una buena costumbre que deberíamos mantener. Las actividades cotidianas, el trabajo, los estudios y un sinfín de quehaceres nos dificultan el juntarnos frente a una mesa y compartir una comida. Comer todos juntos no es posible debido al trabajo y a los estudios de los hijos, pero la noche es un buen momento para reunirse todos alrededor de una mesa y favorecer la comunicación.
Los beneficios pueden ser muchos, pero una reunión familiar de este tipo tiene que estar exenta de aparatos. Los móviles deben dejarse en una cesta a la entrada de la casa y la televisión debe estar apagada. Si no es así, la familia estaría junta físicamente pero separada en la parte importante que es la emocional . Cada uno estaría en un mundo y no se favorecería el intercambio, la conversación o la charla intrascendente que también une.
La conversación en familia frente a una mesa favorece la capacidad de diálogo y de expresarse. Los más pequeños tienen oportunidad de aprender a argumentar y este tipo de comunicación les ayuda hacer relatos coherentes a la vez que pueden sentirse escuchados y comprendidos En este tipo de comunicación es más fácil para los padres hacerse entender por sus hijos en su visión del mundo y de la vida porque estas comunicaciones tranquilas están exentas del trato rápido y con frecuencia punitivo que se establece con los hijos cuando hay estrés.
Además, está demostrado que los niños que cenan en familia obtienen mejores calificaciones académicas. Esto demuestra el beneficio y la necesidad de comunicarse de una manera sana dentro de la familia y que favorece que los integrantes de la misma se conozcan mejor.
Cenar en familia mejora la seguridad y la confianza y además, la rutina de la repetición, mejora la estabilidad. Las familias pueden descubrir lo gratificante y divertida que , además, puede ser la actividad porque aquellas que lo practican sufren menos estrés y se sienten más unidas. Esta costumbre también es una contención para el desarrollo de trastornos alimenticios siempre que la familia opte por una alimentación sana en todos los sentidos.
Preparar la cena entre todos, implicando también los más pequeños, ayuda a que se convierta en una saludable rutina. Con esta práctica los adolescentes tienen menos probabilidades de deprimirse y más de controlar mejor la relación con el alcohol y las drogas y tienen una visión más positiva del futuro . Los niños con dificultades de aprendizaje también mejoran su rendimiento y su autoestima.
Por todo esto cenar en familia mejora la comunicación y es un espacio de aprendizaje para todos. Pero recordemos que las cenas deben ser siempre sin dispositivos electrónicos, sin móviles, sin tablets, sin televisión. Podemos, como apuntaba antes, dejarlos todos en una cesta a la entrada de la casa. Dejándolos alejados de la mesa nosotros también dejamos de estar en otros sitios y nos centramos en el aquí y el ahora de la cena en familia.