
Eso es, no existe este síndrome en el que nos cobijábamos para deprimirnos después de las vacaciones y al que achacábamos el malestar de terminarlas e incorporarnos a la rutina.
Pero esa rutina, o lo que es mejor, los hábitos que solemos establecer con el trabajo y que tienden a ser saludables, vuelven.
El trabajo es una parte importante de la vida y a muchos de nosotros nos gusta, así que, si conseguimos un equilibrio entre la vida personal y la laboral, seremos más felices.
Los hábitos marcan nuestro día a día, la mayoría de las cosas que hacemos son fruto de ellos y nos sirven para ahorrar energía, puesto que no tenemos que pensar todo cada día, muchas cosas ya están pensadas, son rutinas, hábitos en general saludables.
Además, el trabajo suele ocupar un tercio del día, así que tenemos bastantes horas para nosotros y si nos organizamos bien, hay muchas cosas que podemos hacer durante la semana.
Intentar ser proactivo y tener cierto optimismo también ayuda, ya que la actitud es un elemento fundamental para que consigamos tener esa energía de cara a la vuelta de nuestros quehaceres laborales y la adaptación al ritmo de trabajo.
Además, aprovechando que empezamos un nuevo curso estaría bien que desecháramos el estrés, no hay que quitarse todo el trabajo de encima rápidamente. Esto nos agobia y es posible que nos llene de ansiedad .
La adaptación día a día es importante, volver a coger el ritmo, establecer una interacción social con los compañeros de trabajo, ponerse en el lugar de los otros, ejercitar la paciencia… todas estas cosas nos favorecen la adaptación después de las vacaciones.
Un reciente estudio de Global Council on Brain Health, muestra que una vida activa socialmente en nuestro trabajo protegerá mejor del envejecimiento a nuestro cerebro, ya que nos va a ayudar a mantener la agudeza mental , también a preservar la memoria y estos factores ayudan a prevenir el deterioro del cerebro.
Trabajar tiene sus ventajas !!
Maria Jesús Torrecilla. Psicóloga Clinica
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