
Las consecuencias de nuestra edad no están fijadas por nuestra fecha de nacimiento. A nivel mental, es igual o incluso más importante, los años que sintamos que tenemos. Así, hoy queremos hablar del peso de la edad subjetiva en nuestro bienestar.
Envejecer es algo inevitable, pero navegar por esa etapa de la vida con la mejor actitud puede hacer de este proceso algo enriquecedor. Un modo de lograrlo es sentirnos mentalmente más jóvenes de lo que realmente somos. Es decir, dar forma a una edad subjetiva que esté por debajo de la edad cronológica. Esto, lejos de ser un mecanismo de negación, tiene un gran impacto en nuestra salud.
Puede que estemos en esa etapa de nuestra existencia en que al mirarnos al espejo, nos digamos aquello de ¡este no soy yo, si por dentro me siento como si tuviera 20 años! Esa es la clave, percibir que en nuestro interior sigue existiendo el mismo énfasis, pasión y deleite por comernos el día a día, como cuando éramos más jóvenes.
Hay un viejo refrán que dice “eres tan viejo como te sientes”. La sabiduría popular rara vez falla en sus conocimientos, y si hay un indicador de bienestar físico y psicológico es el de percibir que más allá de un cuerpo que se hace mayor está una mente que ansía seguir aprendiendo, disfrutando de lo que el devenir quiera ponerle por delante.
Entendemos la edad subjetiva como los años que una persona realmente siente tener, más allá de la resta entre la fecha de hoy y la de su nacimiento. No importa, por tanto, cuándo hayamos nacido, importa cómo nos sentimos. Una investigación de la Universidad de Carolina del Norte llega a una conclusión clara: la edad que sintamos tener es un predictor para el bienestar y la salud.
Así, y por curioso que nos resulte, hay quien se percibe más mayor de lo que es. Están los que rondan los cuarenta y, sin embargo, sienten como si hubieran vivido veinte años más. Y no es porque hayan atesorado grandes aprendizajes, sino porque se perciben más agotados de la cuenta, más apesadumbrados de lo normal y con menos esperanzas de lo permisible.
La edad subjetiva, tal y como nos explican en ese estudio antes citado y liderado por el doctor Matthew Hughes, tiene que ver con diversas variables, siendo una de las más importantes el modo en que interpretamos nuestras experiencias personales. Una vida marcada por el estrés crónico, las decepciones o incluso la vulnerabilidad social nos envejece antes de la cuenta…
Envejecer es un proceso complejo repleto de desafíos. Más allá del progresivo cambio físico, están los problemas de salud. No todo el mundo llega al otoño de la vida sin haber visitado a su médico de cabecera varias veces.
No vamos a poder evitar todos los eventos negativos que se produzcan; la actitud con la que manejemos todas estas situaciones va a resultar decisivo. Más aún, en un estudio realizado en colaboración con varias universidades estadounidenses pudo verse algo llamativo.
Vivir con una edad subjetiva menor a la cronológica no solo se relaciona con una mejor salud física, sino también con una mejor salud mental. Se reduce el riesgo de depresión.
Los estudios nos dicen que la edad subjetiva es un concepto que empieza a tener su peso alrededor de los 55 años. Parece que lo mejor es mantener un desajuste en negativo de diez años respecto a nuestra edad objetiva. A esa percepción se le añaden un conjunto de metacogniciones que reforzarán día a día el bienestar.
El peso de la edad no lo marca una partida de nacimiento, lo condiciona sobre todo nuestro interés en seguir evolucionando. En una sociedad como la nuestra, tan censora de la arruga y estricta con el aspecto físico, vamos a tener que realizar determinados cambios a nivel mental para que esa esperanza de vida que poco a poco estamos ganando no se materialice en sufrimiento a nivel mental.
Esto no será un problema siempre y cuando estemos preparados para esa etapa. Esa en la que deberemos desarrollar una edad subjetiva más baja que la cronológica. Y lo haremos manteniendo la ilusión, la esperanza y las ganas por alcanzar nuevos objetivos.
Porque, aunque no nos demos cuenta, a nuestro alrededor hay muchos jóvenes que ya son viejos, es decir, son personas sin motivación, sin objetivos ni propósitos. Y ese no es el camino.
Asimismo, hay infinidad de personas mayores que rebosan juventud, espontaneidad, ganas por seguir contribuyendo a este mundo y sus propias vidas. Por tanto, a partir de ahora, en lugar de preguntarle a alguien cuántos años tiene, preguntémosle, qué edad siente tener. Le arrancaremos una sonrisa.
Tomado de https://lamenteesmaravillosa.com/edad-subjetiva-bienestar-y-tu-cuantos-anos-tienes-realmente/