
El efecto de desinhibición en línea es un fenómeno reciente que se ha dado con las redes sociales. Muchas personas no serían capaces de decir en una conversación lo que se atreven a compartir en la red.
Este fenómeno , que es bastante peligroso, tiende a crecer en todo el mundo
Los insultos, el ciberacoso y las campañas de desprestigio son habituales en estos canales, incluso cuando quienes las instigan no se atreverían a hacerlo en la vida real.
Según un informe de Plan Internacional, casi el 60% de las niñas y adolescentes sufren acoso online, una de cada cuatro siente que su integridad física está en peligro y casi la mitad están de acuerdo en que el acoso que sufren en las redes sociales es más intenso que el que sufren en la calle.
Pero no se trata solo de los adolescentes. Los insultos son habituales en Twitter o Facebook, incluso entre personas que ocupan puestos de responsabilidad y tienen una gran visibilidad pública. Uno de los motivos es que el propio medio favorece la confrontación.
El octubre pasado Frances Haugen, una exempleada de Facebook testificó ante el senado de Estados Unidos denunciando que el algoritmo que decide qué noticias y contenidos mostrar a los usuarios de la red seleccionaba aquellos más extremos, y que la empresa ponía “sus beneficios por encima de controlar el discurso de odio”. Lo mismo ocurre en Twitter, donde según varios estudios, los tuits con contenidos más negativos y agresivos, tanto de la derecha como de la izquierda, tienen más probabilidades de ser compartidos.
Pero hay algo más que algoritmos dedicados a maximizar el número de clics. Los estudios han comprobado que nuestro cerebro funciona de otra forma en redes sociales y nuestra personalidad cambia y se vuelve menos humana.
Seguramente, todos conocemos a alguien que tiene una doble personalidad. En persona son afables y de trato cortés, y sin embargo se convierten en una hidra en los comentarios de Facebook o Twitter. Resulta que hay un nombre para ese fenómeno: el efecto de desinhibición en línea.
Este efecto fue formulado por le psicólogo John Suler en 2004 y se traduce en la “reducción o el abandono de las restricciones e inhibiciones sociales que se encuentran en la comunicación normal cara a cara cuando se utilizan comunicaciones electrónicas a distancia”. Es decir, en Internet nos sentimos libres para portarnos mal con otras personas. Las causas de este fenómeno, según Suler, son variadas:
Todas estas causas hacen que sea más probable que sucumbamos a nuestros impulsos y nuestras emociones negativas en las redes sociales, donde no hay consecuencias, que en persona, donde nos lo pensamos dos veces antes de enojar a nuestros amigos o familiares.
Esto también hace que las peleas en Internet se trasladen a la vida real, y que el “ultraje moral”, tan fácil de provocar en las redes sociales, rompa amistades y divida familias. Una situación que solo ha empeorado con la pandemia, que ha forzado a muchas persona a mantener relaciones virtuales.
También hay personas que se alimentan psicológicamente del conflicto en las redes: los famosos trolls. En un estudio del popular foro online Reddit se descubrió que estas personas especialmente hirientes, que experimentan un retorcido placer al manipular y sacar de quicio a la gente, suelen corresponder a la llamada “triada oscura” de los rasgos de la personalidad: maquiavelismo, psicopatía y narcisismo, combinado con Schadenfreude, una palabra alemana que significa disfrutar del mal ajeno. Estas personas suelen ser más pesimistas, más infelices y menos estables que la media, se entregan con más rapidez a la ira, se ponen más rápidamente a la defensiva y atacan a los demás en un intento de mantener el control.
Pocas personas somos inmunes a estos efectos de la comunicación en Internet sobre nuestras personalidades, y como suele ocurrir, el primer paso es hacerlo consciente y preguntarse, ¿le diría esto en persona? Si la respuesta es no, quizá sea mejor no apretar el botón de enviar.
* Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.