
Mucho: en 2002 un psicólogo llamado Kahneman obtuvo un Premio Nobel en economía
Por su contribución a la comprensión de la respuesta humana ante situaciones de riesgo e
incertidumbre relacionados con las finanzas y la economía.
Tras las decisiones cotidianas y sobre todo cuando afrontamos crisis hay más cuestiones
emocionales que racionales, e incluso el proceso cognitivo de percepción y evaluación es
peculiar.
Por ejemplo, solemos asumir más riesgos para evitar perder algo que para ganar esa
misma cantidad. Aquellos estudios encontraron que las personas no daremos 500
euros para ganar 1000, pero sí los daremos para evitar perderlos. Las pérdidas se
perciben siempre mayores que las ganancias (no solo económicas, sino de estatus,
privilegios, comodidades, vitales, etc).
Una consecuencia práctica: los taxistas trabajan más horas los días que tienen pocas
ganancias que aquellos días que ganan muchísimo. Otra: se tardará más en vender
acciones cuando están bajando que cuando suben.
(Las tres se dan en esta crisis.)
Tendemos a buscar lo que confirma lo que ya pensamos, y a rechazar lo que se opone.
Las soluciones a un problema dependen de forma sutil de cómo es planteado (la gente aceptará mejor pagar una cantidad por usar la tarjeta de crédito si es planteado como “descuento por pago en efectivo” que por “tasa de uso de tarjeta”).
Efecto de la masa: sentimientos de omnipotencia; preponderancia absoluta de las emociones; pensamiento simplista; sugestionabilidad.
La percepción que se tenga de la situación influirá muchísimo en la reacción (“La Guerra de los Mundos”, de Orwell).
Hay una fase en la que las personas se defienden “negando” la realidad, no dándose cuenta o no aceptándola. (la percepción de riesgo” está detrás de cuestiones como las toxicomanías, el SIDA o los embarazos adolescentes no deseados).
Peligro de levantar cortinas de humo o demonizar al que diga lo contrario (típico en muchas situaciones de maltrato, por ejemplo).
Autor: José Angel López Fernandez – jalopez@cop.es