
La publicidad nos estimula y nos empuja a desear cosas nuevas y a considerar todo lo que tenemos como viejo, antes de que envejezca de verdad.
Hasta tal punto ocurre la obsolescencia psicológica que hay personas que creen quedarse fuera del sistema si no tienen determinados productos de consumo.
Esta obsolescencia pretende controlar nuestro pensamiento porque intenta influir en el modo en el que percibimos los objetos que nos pertenecen. Porque tú puedes percibir, por ejemplo tu móvil, como viejo antes de que lo sea y aunque siga funcionando perfectamente.
El principal criterio para desechar un objeto es el color, éste cambia de año en año porque se pasa de moda y nosotros percibimos como anticuado, o no, un artículo por el color.
Las tendencias, las modas, manipuladas por los fabricantes, nos hacen percibir nuestra ropa como vieja aunque solo tenga un año. Podemos caer en esto porque socialmente se pretende que las prendas de otra temporada quieren anticuadas y que esta palabra sea sinónimo de inservible.
Tú puedes luchar contra la obsolescencia psicológica, siendo consciente y empezando expresar tus propias ideas sobre los objetos que posees. No dejando así, que sean otros los que te digan lo que sirve y lo que no en función de sus intereses.